Sobre la obra


01.
 Símbolos   cívicos   de Chinameca
Escudo de la ciudad de Chinameca
Creador: Daniel Alfonso Menjivar
Aprobado por Acuerdo Municipal No. 4: 15:00 horas del 5 de diciembre de 1973


1.1 Bandera de Chinameca.
Significado de los atributos y elementos de la bandera: El color blanco de la flor del café significa paz y la esperanza de que algo bueno producirá, pues esa flor se convertirá en un fruto verde que después se madurará; el rojo representa el trabajo y el esfuerzo del campesino, en la recolección del grano, además es indicativo del tiempo de la corta del grano de café; el verde nos indica la providencia de Dios, quien nos brinda a través de la naturaleza un árbol con un follaje verde intenso, cuyo fruto dará como resultado la bebida llamada café. Por lo tanto, la bandera está conformada de tres colores, siendo estos, blanco, rojo y verde, los cuales se sitúan así: dos líneas transversales a 60°, en la parte inferior derecha de la bandera, la primera de color rojo y la segunda color verde, estas descansan sobre un fondo blanco, que es el color predominante, los colores estarán siendo vigilados por el Escudo del Municipio, que está ubicado en la parte superior izquierda de la bandera.

Tomado del boletín informativo del 28 de abril de 2012 de la Alcaldía Municipal de Chinameca.  

1.2. Escudo de Chinameca

El círculo dentado representa el trabajo y la relación que tiene con la industria. La leyenda “2 de marzo de 1874” fecha en que Chinameca obtuvo su título de ciudad. Las cinco estrellas en la parte superior significan los cinco barrios de la ciudad. Debajo de las cinco estrellas el cerro El Limbo.

En el centro se destaca la figura arquitectónica de la Alcaldía Municipal, rodeado por dos frondosas ramas de café; cada rama tiene diez hojas a cada lado haciendo un total de veinte que representan los veinte cantones de la jurisdicción.

Este escudo fue aprobado por Acuerdo Municipal número Cuatro en el año de 1973.
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1.3. Himno de Chinameca

Salve tierra, ciudad centenaria
Chinameca tu nombre inmortal
Hoy se graba en tu faz lapidaria
Una historia de amor sin igual

Esa cumbre que besan neblinas
Es “El Limbo” soberbio volcán
Frutos perlas de luz diamantina
Tus cafetos “corona imperial”

Tus heroicos blasones ostentan
Dios, la patria, el trabajo, el hogar
Y del tiempo los siglos presentan
Tu cultura en la luz del saber

En tus límpidos cielos reflejas
Blanco puro y nítido azul
Como emblema de patria que dejas
En tu paso de marcha triunfal

En los crueles embates del alma
Terremoto, la muerte, el dolor,
Ave fénix de mística alma
Del escombro resurges mejor.

El progreso, la fama, la gloria
Por tus hijos perdure tenaz
Nuestras ansias proclamen victoria
Chinameca…. Jamás morirá

Ensalcemos doquier jubilosos
Esta fecha: de obsequio de Dios
Y que reinen por siempre dichosos
La ventura, la dicha y la paz

Letra; Rodolfo Garay Pacheco
Música: Jacinto Antonio Castellanos
Chinameca, 2 de marzo de 1974
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. Historia de Chinameca

N
o existe acta de fundación de Chinameca; sin embargo la historia nos narra que en 1535 bajo las órdenes de Jorge de Alvarado, el capitán Cristóbal de la Cueva conquistó y fundó a más de doscientos pueblo de lo que hoy es la Zona Oriental del Salvador, entre ellos: Lequepatique (hoy ciudad de Quelepa), Tongolona (hoy ciudad de Moncagua), Tecapa (hoy ciudad de Alegría
Foto tomada por Gerardo von Santos         

Chinameacinamo (hoy ciudad de Chinameca), entre otros.  Refundo la villa de San Miguel de la Frontera en el lugar que actualmente se ubica la ciudad de San Miguel, año de 1535, y termina con la conquista del señorío Lenca... Los primeros municipios.  El 20 de noviembre de 1543 en España fueron promulgadas las Ordenanzas de Barcelona o Nuevas Leyes... Carlos V, señor de un inmenso imperio y uno de los príncipes más grande de la humanidad, se dieron tales ordenanzas. El 15 de enero de 1543, ya establecida la Real Audiencia de los Confines en la ciudad de Gracias a Dios (Honduras) acordó conferirle la categoría y título de pueblo a las 13 localidades siguientes tal como aparecen en las relaciones coloniales, entre ella: Chinameca (Chinameacinamo).

La falta de documento fehaciente dificulta reescribir la historia de la fundación de la ciudad de Chinameca y otras poblaciones al oriente del Salvador. Y como si fuera poco, en la guerra civil del Salvador (1980 – 1992), los insurgentes del Ejército  Revolucionario del Pueblo (ERP) ala militar del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), destruyeron el edificio de la Alcaldía  Municipal y dieron fuego al archivo; con esta manifestación se perdió para siempre una incalculable fuente de la historia de Chinameca (Mayo de 1983). (Cita Lic. Gerardo von Santos, Compilador e Investigador de la Historia salvadoreña en su libro “Crónicas de San Miguel, la metrópoli oriental del Salvador” Editada en 2006))
                 
Su nombre propio actual, en idioma pipil náhuatl, significa “lugar de chinama”, es decir, “la ciudad”, etimología que explica su gran importancia en los tiempos paganos. Proviene ese  Toponímico, en efecto, de las raíces chinamet, chinamit, chinamas, rancho, rancherías, y ca, sufijo locativo. Ignoramos cual haya sido el nombre lenca de este pueblo, pero es muy  probable que fuera “Yusique”, que aún conserva uno de sus barrios, nombre cuya Etimología es “cerro de los pinos; pues proviene de yux, pino, ocote, e que, de tique, cerro, desinencia de lugar. Este antiquísimo pueblo, fue habitado por indígenas lencas, fue luego, conquistado por los yaquis de Tecapa (hoy Alegría en el Dpto. de Usulután), 
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Alcaldes de Chinameca

Don Cristino Garay (1874), Don Agapito Ulloa (1875 Don José Demetrio González (1876), Don Ramón Hernández (1877), Don Dolores Paniagua (1870), Don Manuel Villalobos (1879), Don Ramón Hernández (1880), Don Miguel Araniva (1881), Don David Vásquez (1882), Don Vicente Machuca (1885), Don Doroteo Arias (1884), Don Cornelio Torres (1885),
Don Leandro Gálvez (1886), Don Ramón Hernández (1887), Don Manuel Torres (1888),  Don Manuel Funes (1889), Don Eusebio Gómez (1890), Don Leandro Gálvez (1891), Don Manuel Torres (1892), Don Manuel Funes (1894 – 1895), Don Leandro Gálvez (1895), Don Diego Pereira (1896), Don Juan Chávez (1897), Don Leandro Gálvez (1898). Don Fernando Pacheco (1899), Don Agapito Marín (1900 - 1901), Don Diego Pereira (1902), Don Manuel Guandique (1904), Don Rosendo Vásquez (1905), Don Fernando Pacheco (1905), Don Manuel Guandique (1906), Don Manuel Funes (1907), Don Leandro Gálvez 1908), Don Daniel Funes (1909), Don Jesús Chávez (1921), Don Manuel Funes (1922 - 1923), Don Daniel Funes (1924 a 1928),  Don Rosendo Vásquez (1929 – 1930), Don Feliz Augusto Rosales (1931 a 1934) Don Gregorio Pacheco (1935), Don José  Humberto Valle (1936 a1937), Don Rosendo Vásquez (1938 - 1939) Don José Alberto Recinos (1940), Don Rodolfo Borges (1947), Don Félix Antonio Quintanilla (1949) Don Rodolfo Garay Pacheco (1952) Doña Juanita Zelaya de Guerrero (1956), Don Juan Gómez (1961), Don José Humberto Valle (1962), Don Manuel Pacheco (1963), Don Domas Eduardo Castillo (1969), Don Manuel Humberto Vásquez (1970), Don Rodolfo Garay Pacheco (1972), Don Salomón Aparicio (1974), Don Carlos Alberto Funes (1980), Don Enrique Orellana Morel (1982), Doña María Teresa Gómez (1984), Don Saúl Lorenzo Ribas (1988), Don Ramón de Jesús Araniva (1994), Don Juan Pablo Osorio (2000), Don Nelson Alvarenga (2006), Don Francisco Cubias (2009 – 2012). Saúl Ribas (2012…)
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. Decreto legislativo

Decreto Legislativo del 2 de marzo de 1874 otorgando el título de ciudad a la villa de Chinameca
El Presidente de la República del Salvador, a sus habitantes, sabed: Que el Poder Legislativo ha decretado lo que sigue: La Cámara de Diputados de la República del Salvador
           
CONSIDERANDO:

1º - Que es un deber del soberano asignar a las poblaciones el lugar que le corresponde según sus adelantos y progresos en el sentido de la civilización y mejoramiento social y material.
2º- Que la Villa de Chinameca en el Departamento de Usulután a virtud de sus propios esfuerzos en promover el ensanche de las luces instruyendo planteles de enseñanza para la juventud de ambos sexos; el incremento de la agricultura y comercio; la confección de obras públicas y particulares que forman el ornato de su población, se ha hecho acreedor a que por esta Honorable Cámara sea colocada en la categoría de Ciudad, que su representante el Diputado Ochoa solicita.

DECRETA

Artículo único.- Se confiere a la Villa de Chinameca el título de ciudad.    
Dado en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados; San Salvador, marzo dos de mil ochocientos setenta y cuatro
Al Senado,- Manuel Olivares, Diputado Presidente,- Rodrigo Peña, Diputado Secretario,- Rafael Ayala, Diputado Secretario
Salón de sesiones de la Cámara de Senadores: San Salvador, marzo tres de mil ochocientos setenta y cuatro.

Al Poder Ejecutivo,- Teodoro Moreno,- Senador Presidente,- José de J. Velásquez,- Senador Secretario,- Nicanor Herrera,- Senador Secretario
Casa de Gobierno: San Salvador, marzo cuatro de mil ochocientos setenta y cuatro
Por tanto: Ejecútese
S. González
Por ausencia del Secretario de Estado
En el Departamento de Gobernación
El Subsecretario Francisco E. Galindo

(Tomado de Leyes de 1874 “Recopilación de Leyes relativas a la Historia de los Municipios del Salvador”).

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. Leyenda de Shuri

S
egún el historiador salvadoreño, Jorge Lardé y Larín, narra la leyenda de Shuri y nos dice: “La historia escrita nos hablan del valiente cacique “Shuri”, altivo señor de Yusique y héroe de la porfiada resistencia que los lencas de la sierra opusieron a las denotadas huestes del visitador Diego de Rojas, a principio de 1530. Sin embargo, su nombre corre en la tradición y en la leyenda, nimbado por los fulgores del más puro patriotismo, como el del insigne gladiador que luchó por exterminar a los invasores que levantaban la Cruz, no como símbolo de redención y de paz sino como símbolo de esclavitud e ignominia. Era Yusique, que en lenguas de indios significa “Cerro o montaña de pino”. Yusique proviene de dos raíces lencas: yux, ocote, pino; y tique, cerro, montaña, localidad. Una población próspera y floreciente fundada en tiempos muy antiguos. Los mochitecas o mercaderes pipiles llamaban Chinameca, o “La ciudad”, a causa de la concentración de sus templos, palacios y casas. Fortaleza inexpugnable, su defensa estaba confiada regularmente a 400 soldados, aguerridos y crueles. En esta ciudad reinaba “Shuri”, que en idioma lenca quiere decir “Ardilla”, los indios solían ponerse nombres de animales. Shuri era un cacique de unos treinta años, delgado, casi podríamos decir endeble; pero con la agilidad del jaguar, la versatilidad del venado, la flexibilidad del arco, Shuri se imponía, más que por la fuerza bruta, por su recia personalidad, mirada penetrante, inteligencia sutil, valentía y astucia insuperable, firmeza de carácter, animosidad en la empresa que acometía. Además, estaba agraciado con el don de la palabra y con el raro magnetismo que tipifica a los caudillos. Todo esto explica por qué, durante la edad de los conquistadores, mantuvo a raya a los españoles de la villa de San Salvador, Defendiendo su suelo nativo, desde la ribera impetuosa del Lempa hasta la cima enrojecida del  Chaparrastique, con un arrojo y tenacidad ejemplar. En efecto: dice Pedro Cerón, vecinos de San Salvador y testigo ocular de los sucesos, que en los albores de 1529 se generalizó la lucha armada, pues los españoles “Fueron a conquistar la provincia y tierra que llamaban Popocatepec que ahora la llaman provincia de San Miguel, que estaba alzada y de guerra”. Con el nombre de Popocatepec, que en idioma nahua o pilpil proviene de las raíces significa “sierra que humea” Popocatepec en idioma  pipil proviene de las raíces popocat, vapor de agua, humear; Tepic, cerro, montaña (sufijo locativo) los españoles de la temprana mitad del siglo XVI, designaban al macizo montañoso de la región translempina oriental salvadoreña, es decir a la sierra de Yusique o de Chinameca, donde están las fumarolas, infiernillos o ausoles de Chambala, Loma Alta, El Hervidero, La Vieja, Aguas Turbias, Limoncillos, Chollo y otros. A fines de ese mismo año y a principios de 1530, la situación de los vecinos de San Salvador, se había tornado desesperante

Por una parte, los cuscatlecos, que los habían obligado a evacuar el valle de las Hamacas y refundar la colonia en el árido valle de Las Bermudas, cerca de Suchitoto; donde las tempestades y otros fenómenos atmosféricos hacían insufrible la vida comunal, se mantenían a la ofensiva, capitaneados por Atlacat “el joven”; por la otra, el río Lempa constituía una barrera cada día más inquebrantable para la conquista del oriente, no tanto por la dificultad de propasar su curso, cuando porque los guerreros de “Shuri” hacían fracasar todos los esfuerzos a favor del sometimiento de aquellos pueblos al real dominio.

Por esa época llegó a San Salvador, con procedencia de Guatemala y enviado por el capitán Francisco de Orduña, el visitador Diego de Rojas, quien dispuso eliminar la resistencia porfiada y tenaz del señor Yusique.- Si queréis las riquezas del oriente – dijeron al visitador los caciques pipiles de “Shuri. Suchitoto y pueblos vecinos. Destruid a “Shuri”. Siguiendo este consejo, el capitán Rojas organizó una expedición armada compuesta de 15 jinetes y centenares de indos auxiliares, y se dirigió al río grande de Lempa “Uno de los mayores apunta el cronista regnícola Antonio de Herrera que hay en aquellas comarcas y que se vadea; por lo cual los indios se hacían fuertes en la otra ribera; y cuando los españoles intentaban pasar, lo defendían, y sobre esto agrega solían herir a muchos cristianos”

Rojas comprendió, en esta campaña, que el paso del Lempa era empresa difícil y que no podían ejecutarse, con el auxilio de una sola canoa. Ordenó, en consecuencia que derribaran cinco corpulentos ceibos, llamados por el lenco guatín, y con los troncos de ellos construyó igual número de hermosas embarcaciones, capaces, no solo de transportar con éxito a los combatientes, sino también a los caballos. La travesía del Lempa fue ardua tarea, pues los indios fustigaron a los invasores desde que estos iniciaron la operación “con todo esto refiere Herrera, porfió tanto Diego de Rojas, que pasó en canoa, aunque le hirieron veinte castellanos, los cuales pelearon gran espacio de tiempo, resistiendo siempre los indios hasta que puesto en desorden y huida, se fueron a recoger a un peñol, a donde se juntó la tierra, y allí los tenían sitiados”.

Efectivamente, los lencas de Yusique, unidos a los de Lolotique, Oromontique, Mechotique, y otros pueblos comarcanos desaparecidos, hicieron frente, decididos a morir antes que rendirse a los osados y temibles conquistadores blancos “Se juntó toda la tierra”, dice el cronista Herrera para significar que, en el Peñol de Yusique, se reconcentraron las fuerzas coaligadas de los indios lencas. Diego de Rojas era soldado de nobles sentimientos y buscó medios pacíficos para dirimir la contienda. Envió en efecto, mensajeros a “Shuri” con la esperanza que este depusiera su actitud hostil. Deponed las armas. Rendid vasallaje al Rey de Castilla. Adorad la Cruz. Si no, os haremos la guerra hasta el exterminio, dijeron los emisarios de Rojas. No me asusta la guerra ni me atemorizan las amenazas “Nací guerrero y guerrero he de vivir y morir” respondió el cacique lenca. Contrariado Diego de Rojas por esa repuesta, ordenó un ataque a muerte contra los defensores del peñol; pero tanto la caballería como la infantería española se estrellaron ante el tupido boscaje, y las trampas y otras defensas. Rendíos o moriréis, dijeron a “Shuri” los nuevos emisarios.

Decid al hombre blanco, contestó, que moriremos todos antes que rendirnos. El sitio se prolongó por varios días, y durante las noches, las lencas asustaban a los caballos con sus antorchas de yux (ocotes) y con otros artificios desvelaban a los sitiadores. Por última vez, Rojas envió mensajeros con esta orden: Entregad vuestras armas. Jamás hemos entregado nuestras armas a las mujeres, fue la repuesta de “Shuri”. Ante aquella ofensa, que hirió hondo el honor castellano, la disputa solo podía tener términos mediante una rápida y brillante victoria militar Herrera en su “Décadas”, continua así el relato: “Pasó un mes que el capitán Diego de Rojas tenia sitiado a los indios del peñol, hablando ya en conciertos, se halló que era trato un falso, porque estaban acordados con los indios amigos que  andaban con Diego de Rojas, para que en buena coyuntura saliesen los de dentro a dar en los cristianos, y que al mismo tiempo lo acometiesen también los indios del ejército (indios auxiliares) que cuando Dios no lo remediara, por el cuidado de Diego de Rojas, que era capitán diligente, no quedara vivo ningún castellano”.

“Descubrió un indio que le servía, por que como hombre blando y que lo trataba bien, y todos los que andaban con él lo amaba. Sabido, pues, el punto en que se había de ejecutar lo concertado que era el día siguiente. Diego de Rojas hizo prender a todos los caciques (del ejército amigo) y aunque puso cuidado, para que no sabiendo los del peñol, saliesen a pelear, como lo había determinado, y hallándole apercibido les pudiese dar una buena mano, fue imposible y así no salieron”, porque el astuto “Shuri” no descansaba en buscar medios para derrotar a los españoles, fue avisado de esa traición. En vista de que las lencas del peñol de Yusique, no irrumpían en el campamento castellano, como era lo acordado. Diego de Rojas comprendió que “Shuri” estaba sabido del asunto, entonces preso los caciques y señores principales amigos “recibió su información, confesaron el caso, y que después de ejecutado su propósito pensaba acometer la villa de Cuscatlán (San Salvador) y matar los castellanos que había en él”. “Hizo justicia de los presos”, apunta lacónicamente el historiador regnícola, para significar que mató a todos los príncipes comprometidos en la conjura. La noticia de la ejecución llegó a oídos de los defensores del peñol. Los caciques de Mechotique, Oromontique y de otros pueblos lencas se pronunciaron por la rendición incondicional… No queremos más guerra, dijeron, queremos paz visiblemente contrariados por la debilidad de sus compañeros de armas “Shuri” dijo les: “vergonzoso, nobles señores, es rendir las armas. Si vosotros aceptáis el vasallaje, nuestras mujeres y nuestros niños ocuparan vuestros lugares”. A pesar de estas palabras, temerosos de morir también en la hoguera, “determinaron de rendirse, dice Herrera, y tratándose él concertó fue avisado el capitán Diego de Rojas, que había otros castellanos en la tierra y que eran muchos, y que estaban dos jornadas de allí (unas diez leguas) y pareciéndole cosa muy nueva determinó de irlos a reconocer con cuatro caballos y cuatro peones”, más un buen número de indios auxiliares.

Era el ejército de Pedrarias Dávila, gobernador de Tierra Firme, quien había enviado a las órdenes del feroz capitán Martín de Esteta a conquistar el ultra lempa oriental, San Miguel de la Frontera. Este traía 90 jinetes, 110 infantes y obra de 4,000 indios amigos chorotegas “que en llegando Diego de Rojas, le prendieron con sus compañeros" Alguno de los indios que llevaba Diego de Rojas, viéndole preso, relata el mismo cronista, huyeron y dieron aviso en la villa y a los de su ejército (que sitiaban el peñol de Yusique), los cuales se retiraron luego a San Salvador. La retirada del ejército español fue un triunfo rotundo para “Shuri” Cuyo prestigio y fama resonó por todos los caseríos y ciudades de “la sierra que humea”. A partir de entonces, todos los señores le rindieron vasallaje, obediencia y respeto, así pudo por muchos años, con soldados valientes y aguerridos, resistir con éxito la penetración del hombre blanco. No se sabe cuál fue el fin del cacique “Shuri”, el soldado infatigable y experto jefe militar, que hizo nugatorios los esfuerzos del visitador Diego de Rojas en 1530 y que mantuvo enhiesto el pendón de la dignidad y de la hidalguía desde lo alto de los picachos de “la sierra que humea”, pero la leyenda, la leyenda que vuela en alas de la fantasía, dice que indomeñable y altivo anda errante por los bosques, quizá como vigía sempiterno de su pueblo, tal vez como símbolo de la libertad y de grandes de una nación que se hundió trágicamente en vuelto en los fulgores inmarcesibles de pretéritos siglos…. (Tomado de Crónicas de San Miguel del compilador e investigador de la historia Gerardo von Santos, Edición 2005)
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21. Maestros eméritos personas notables

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ersonas notables, nacidas en Chinameca son: el ingeniero Julián Aparicio, el jurisconsulto Baltasar Estupinián,Dr. Rafael Severo López, prof. Alberto Sánchez, Dr. Francisco Rosales, monseñor Pedro A. Aparicio, la benefactora Soledad de Pacheco, los profesores Rodolfo López Meyer, Don Rosendo Vásquez, Luis Samuel Cáceres, Rodolfo Garay Pacheco, Emilia Callejas, Julia Aparicio de Quintanilla, Josefina Pacheco, Rosana Araniva; Dr. Félix Antonio Ulloa, padre, Dr. Félix Ulloa, hijo, Pascual Alberto Guillen Campos, que formó generaciones en el arte de la pintura; David Gómez, en Literatura Infantil;. Rodolfo Antonio Joya, en Literatura Universal;  Manuel Duran, en Música;  Luis Guerrero, en Moral, Urbanidad y cívica; Tránsito Higinio Majano, en Historia de la Educación; Andrés y Jacinto Castellano, que dejaron su legado en la enseñanza musical;  Efraín Torres y Torres, con la filosofía; David Arnoldo Gómez, catedrático universitario y escritor, y el profesor  Francisco Antonio  Ramírez, catedrático universitario y escritor, José Luis Yanes, catedrático universitario y escritor, Mauro Ramírez, catedrático universitario y poeta, Nicolás Cabías, poeta y profesor, Rodolfo Pacheco Ulloa, biólogo, Prof. Abdón Chávez, Jacinto Pacheco, etc..

Éste es solo un reducido grupo de maestros que se dan como ejemplo; sus conocimientos se han ido multiplicandos de generación en generación, al grado  que  en nuestros días, han salido a la palestra, grupos de jóvenes escritores, poetas, pintores, músicos, cantantes, declamadores, artistas y profesionales en diferentes disciplinas que dan sus conocimientos y servicios en diferentes lugares del Salvador y algunos que han traspasado las diferentes fronteras, representando con mucho orgullo a la noble ciudad de Chinameca.

Detrás de todos estos hombres y mujeres Chinamequences hay un ejército de héroes anónimos (profesores jubilados). En cada maestro jubilado, hay una gran historia, algunas veces llena de sufrimiento, otras de alegría, de tristeza, de satisfacción; historias que se van a la tumba sin ningún reconocimiento; pero que en cada lugar que se desenvolvieron como Docentes, allí, siempre hay ex alumnos que ahora son padres de familia o abuelos de los nuevos estudiantes y que quizás recuerden al héroe anónimo que pasó por ese lugar.


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LOS POZOS DE SAN JUAN

E
stán ubicados en los suburbios del barrio de San Juan.   Algunas personas cuentan, que en una cueva aparecía San Juan y la Virgen, la gente le avisó al cura párroco de la ciudad, y éste, llegó en procesión, acompañado de la gente del pueblo a traer a San Juan y la Virgen. Solo lograron agarrar a San Juan, ya que la Virgen escapó para otro lugar al ver la multitud de personas.

La cueva tenía dos puertas y de estas emanaba el agua fresca, convirtiéndose en un vital líquido para la población. También es un lugar de meditación, donde los poetas llegan a inspirarse. En la cueva donde emana el agua, se reunían las parejas de enamorados para fortalecer sus sentimientos y valores de fidelidad. En la actualidad, por medio de cañerías estos pozos abastecen a La Pilona, que es un sitio donde se va a traer agua cuando ANDA tiene las bombas descompuestas. Los habitantes de Chinameca y sus cantones y algunos pueblos vecinos, se abastecen de este vital líquido

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